Hoy será siempre la primera vez

No más de 34 sumarán entre los dos.

tren post

Largos cabellos ella. Largos cabellos él.

Morena y rubio.

Sedosos rostros sonrojados de primeras veces. La pureza debe ser algo muy curtido a su lado, en su mundo de saltos al vacío.

No hay cuestionamientos, hoy será siempre la primera vez.

Ella saca un rotulador del bolso y le dibuja a él un corazón justo en la calita que hay entre el pulgar y el índice.

«Te miro y se me congela hasta el pulso que justo se me acelera cuando pienso, si no te tuviera…».

Él cierra los ojos e intenta continuar dormido el resto del viaje en tren. Ella lo mira de reojo. Y  pausada, nerviosamente, intenta relajarse también.

Sus dedos se rozan y todo va bien. Él sigue soñando en su vagón y ella disimula que piensa en sus cosas.

Pero el ansia de adorarlo le absorbe y se acerca y olfatea su cuello sin dejar huellas, a una distancia milimétrica. Cierra los ojos y aspira la esencia de un ser tan bello. Atrapa con dedos sigilosos el momento y guarda en bocanadas muy pequeñas el infinito de un momento que ni en las historias de su diario hubiese sido tan perfecto. Abre los ojos y lo vuelve a mirar, despacito, muy fuerte. Sus párpados violáceos, su media nariz, sus labios, ahora pausados, que tantas muecas le han dedicado esta tarde en el parque.

La puerta se abre y con ella entra el viento gélido de la primavera holandesa. Él se retrae y ella le sube la cremallera de la sudadera para que no pase frío. Él abre los ojos y sin mirar ambas manos que no suman más de 34 años se juntan y se atrapan. No quiero que nunca acabe ahora. Han llegado a su parada.

*Inspirado en la pareja de semi adolescentes que tenía justo en frente hoy en mi viaje en tren de Amsterdam a Utrecht. Todo  lo que transmitían era hermoso. Y esta era la BSO en mis cascos

Band of Horses – Mirage Rock

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