El universo de Merril Garbus se llama Tune Yards

La primera y única vez que Merril Garbus y yo intercambiamos miradas, yo ya había reflexionado mucho sobre su música y su persona. Estaba absolutamente fascinada, y continúo, con su actividad artística, sus decisiones, su búsqueda y su activismo. Pero a ambas nos pilló a contratiempo y el intercambio de palabras no se pudo dar. En ese preciso instante Carlos y yo estábamos en la terraza del Bitterzoet haciendo tiempo antes del concierto. Nos habíamos empachado de Nikki Nack y Whokill. Íbamos en calidad de “muy fans” o un nivel más allá. Ella justo salía de la sala del brazo de Nate Brenner, bajista de Tune Yards, además de su mano derecha y pareja sentimental. Iban con mucha prisa, probablemente buscaban relajarse y comer algo antes del gran momento. Y en ese instante nuestro, ella pensaría, mira una fan que me ha reconocido. Y yo, con mi habitual despiste, me quedé preguntándome internamente ¿será ella o no será? Y así cruzamos las miradas y así me quedé yo pensando qué le hubiese dicho. 

Una hora después entrábamos por la puerta de la sala Bitterzoet en Ámsterdam. Tendríamos el privilegio de asistir a la puesta en escena de Tune Yards. En casa habíamos tenido muchas conversaciones en torno a este último disco. Que si no sonaba con la fuerza y pureza en bruto de Whokill, pero sin duda era su álbum más detallista, con más producción y arreglos. Que si las melodías en la primera escucha eran más duras y difíciles de asimilar que temas como Gangsta o Bizness. Pero, sin embargo, sus letras seguían siendo crudas y directas, lanzadas con el mismo grito desde las entrañas. Envueltas de ritmos étnicos, lejanos de sonidos norteamericanos, y plagadas de toques naif, porque solo los niños son capaces de mantenerse cuerdos en un mundo como este que nos envuelve. 

Descubrimos a los teloneros Sylvan Esso, que lo dieron todo con su synthpop bailable. El ambiente ya estaba creado. Buen rollo, músculos estirados y cuerpo en forma para llevarlo tan arriba como Garbus y su crew decidieran.

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Crisis que te pillan en bragas

Merril Garbus estuvo a punto de dejar la música. Ya había pegado el gran salto con Whokill, su segundo trabajo. Pero las crisis no entienden de famas, aunque lo tuyo no sea el mainstream. Y, después de la tormenta y de un viaje a Haití, llegó Nikki Nack. El arte siempre estuvo en su vida. No podía ser de otra manera teniendo unos padres hippies en continua experimentación. Su educación siempre había sido muy libre y crítica. Y, aunque en un momento renegara de dedicarse a la música y eligiera la interpretación y las marionetas, estaba escrito que tenía que expresarse mediante esta disciplina.

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Así que se especializó en ukelele y percusión. Criada en un país de doble moral, EE.UU, Merril solo podía cantar a esas tremendas contradicciones del sistema en el que vivimos, que normalmente suelen estar vetadas en la fórmula de bandas indies. “No hay agua en la fuente de agua”. “Vengo de la tierra de la vergüenza”. “Hey, vida, te estoy llamando por tu nombre, pero todo lo que escucho es eco”. Todo sin caer en el panfleto y experimentando siempre. Del lo-fi de Bird-Brains, su primer disco grabado con una grabadora casera, pasó al hi fi. Y después llegó a melodías totalmente alejadas de nuestros ritmos occidentales. No ha parado hasta experimentar y preguntar-se para llegar a su voz y su verdadera esencia en esto de la música. Aunque aún es muy joven, 35 años, y le queda mucho por descubrir. Por el momento ya ha vivido en Kenya, durante la universidad, y en Haití, antes de grabar Nikki Nack. Y esta influencia de ritmos africanos y caribeños se nota profundamente en todos sus movimientos.

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La pureza de Tune Yards sin filtros

Y así, curada de esta depresión de identidad; con más conocimientos de cómo no dejarse la garganta al cantar y de bailes y ritmos haitianos; y en conclusión más franca con ella misma y con sus seguidores, se presentó con su vestido de escamas verdes ante el público amsterdamer. Lo primero que nos sorprendió fue la formación de la banda. Para esta gira enriquece sus loops grabados de sonidos múltiples, voces, palmas y percusión, con un coro de dos fantásticas voces, Jo Lampert y Abigail Nessen Bengsom. Nate Brenner, con los sintetizadores, bajo y coros, es claramente la otra mitad de Tune Yards. Y Dani Markham es el complemento a la percusión de Garbus, a la batería y coros. ¡Increíble energía la que transmite toda la formación!

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Pensábamos que los platos estrella de la noche serían los singles más aclamados de Whokill. Y nada más lejos de esta realidad. Los asistentes nos entregamos al máximo con cada uno de los temas que tocaron, fuesen del disco que fuesen. La actuación estuvo llena de pura organicidad  y generosidad, que nos envolvió a cada una de las que estábamos allí.

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Merril Garbus, referencia musical y personal

Lo que más me gusta de Merril no es que huya del hype, lo odia. Ni que después de conseguir un éxito mundial casi decidiera dejar la música por no poder responderse a sus preguntas. Ni que busque en otras culturas para comunicar y expresar. Ni que rehuya de todo estereotipo para mostrarse frente al público y a veces roce el transgénero. Ni que estuviera implicada en el movimiento Occupy Wall Street. Ni que verbalice todo esto en los medios. Ni que se deje un bigote maravilloso y huya de convencionalismos femeninos extremos y luego use las pinturas de fantasía más increíbles y hable con marionetas. No cabe en un molde y eso es perfecto. Lo que más me gusta de Merril Garbus es todo eso y que con cada paso que da se empeña en vivir plenamente y se pregunta y se frena y se intenta responder y, aunque tenga miedo, continúa. A pesar de que ello lleve implícitas todas sus inseguridades, que pone en el escaparate adrede para tenerlas en frente y así poder superarlas. Y así somos todos y todas, ¿no? Habitantes de este planeta frágiles y asustados, pero con toda nuestra energía puesta para que nuestro corto camino por esta vida sea lo mejor y más intenso posible y al mismo tiempo podamos sacar nuestra máxima esencia a nuestro paso.

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Y aquí recuerdo unos versos de Fernando Pessoa que el otro día una amiga posteó. «Llega un tiempo en que es preciso abandonar las ropas usadas, que ya tienen la forma de nuestro cuerpo, y olvidar nuestros caminos, que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el tiempo de la travesía: y, si no osamos hacerla, nos habremos quedado, para siempre, al margen de nosotros mismos.»

No os quedéis al margen de vosotras mismas! ¡Vivid, cantad y bailad como lo hace Merril Garbus!

Artículo publicado en la desaparecida publicación Generación Málaga en julio de 2014 dentro de la sección sobre cultura y feminismo El cambio tiene nombre de mujer escrito por Laura Rueda.

Puedes descargar el PDF con la maquetación de este artículo en Generación Málaga aquí.

La esquizofrenia social con la marihuana se combate con educación

Entrevista de Yerba a Clara Musto, socióloga, investigadora, doctoranda y activista por la legalización de la marihuana

Clara Musto
Clara Musto #RegulaciónResponsable

Uruguay está en el centro de la noticia. Se comparten masivamente por redes sociales los sui géneris discursos de su presidente, en un momento en el que la sociedad se extraña mucho cuando los mandatarios de países declaran en grandes cumbres estar en contra del sistema capitalista y a favor de los derechos de su población; se disputan las estrellas del periodismo de todo el mundo una entrevista con Pepe Mujica; se anhela de manera general un cambio real como el que algunos países pequeños como éste o Islandia están consiguiendo.

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Fotografía de RebelArte http://www.rebelarte.info/

Todos queremos la fórmula del sentido común, en un mundo que, como ya anticipaba Eduardo Galeano, está patas arriba. Pero lo que el partido en el poder uruguayo, Frente amplio, lleva a cabo, no es más que el reflejo de las peticiones de su población, de las movilizaciones de sus colectivos. Hablamos este mes con Clara Musto, investigadora, y socióloga, y activista, y uruguaya, pero sobre todo, persona que, más que por luchas concretas, está detrás de todas las luchas necesarias para conseguir un cambio de raíz en el camino hacia una sociedad donde el respeto sea una realidad y no una coletilla que se pone de forma políticamente correcta en cualquier lado.

Mientras doy forma a esta entrevista en mis cascos suena un tema de un grupo uruguayo, La Vela Puerca, compuesto y mega difundido mucho antes de que Frente Amplio regulara el consumo del cannabis en Uruguay. “Si la vida no quiere que crezcas, yo te planto de nuevo y a ver si esta vez tengo un poco de suerte y brotás para poderme ver”.

Activismo por derechos universales

Aunque Clara Musto y yo vivimos en Países Bajos, cuando le hago esta entrevista acaba de llegar a su Uruguay natal para continuar con el trabajo de campo de la investigación de su doctorado, así que hablamos por Skype. Desde este medio me cuenta que comenzó como activista estando aun en la universidad en 2006 desde una organización social llamada Pro Derechos. “Hemos trabajado por la legalización del aborto en Uruguay, matrimonio igualitario… Y uno de los frentes que tenemos es la reforma de la política de drogas”. Al mismo tiempo, Clara comenzó a vincularse en el activismo desde la investigación, “estaba muy interesada con el vínculo de la investigación científica socialmente pertinente. Muchas veces se hace investigación que a veces es buena y de calidad, pero queda en un cajón o se publica en un periódico, pero que no sirve para la gente vinculada en la sociedad civil o en el estado, entre los tomadores de decisiones para que sea de utilidad. Este fue el lado donde a mí me interesó más trabajar”. Y fue así como comenzó a involucrarse en algunas investigaciones sobre opinión pública y política de drogas y marihuana y como llegó a implicarse en el proceso de Regulación del cannabis en Uruguay.

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Fotografía de RebelArte http://www.rebelarte.info/

Regulación del cannabis en Uruguay

Medio mundo ha observado detenidamente y con mucha curiosidad el proceso de regulación del equipo de Pepe Mujica. Pero no nos equivoquemos, esto comenzó mucho antes, gracias a las reivindicaciones de la sociedad civil. “Hoy Uruguay es famoso por este tema, pero hace 10 años nadie quería hablar de él. Se pensaba que era una preocupación de clase media o de clase media-alta que lo único que querían era fumar porros tranquilos. Ha sido un proceso largo”.

Clara me cuenta que durante los últimos diez años, desde el primer gobierno de Frente Amplio en 2004-2005, se aprobaron muchas leyes que intentaban despegarse de una visión moral y hacer crítica. “Esto se da porque entienden que el hecho de que el aborto esté prohibido no responde a una preocupación por la salud pública de las mujeres y los hombres o no responde para garantizar que las personas tengan hijos cuando lo desean, sino que responde a un sesgo moral, muchas veces de corte religioso, en el cual se impone a la sociedad un ritmo de vida, una forma de entender, en estos casos la sexualidad de la familia, en las drogas también, que son un elemento de esclavitud para quien las usa”. Y al tratarse un tema que generaba problemas de seguridad y salud, la sociedad civil en Uruguay impulsó incluir estos temas en el debate y los partidos políticos fueron bastante reacios a admitirlo porque era un tema polémico. 

Empecemos a hablar con los políticos

En todo momento Clara me deja claro que el proceso es distinto en América Latina. Por eso, la legalización allí empieza a tener peso como una medida que combata la violencia y el narcotráfico. “También empiezan a cobrar más peso los argumentos a la separación de mercado, como fueron en su momento de peso en Holanda cuando se crearon los coffeeshops, separar la marihuana de la venta de otras drogas. Y en todo ese proceso la sociedad civil incorporó las herramientas necesarias cómo hablar con los políticos. Y sobre todo romper esta idea de que hablar de la marihuana es estar a favor de ella. Se incluyó la importancia de hablar de regulación porque invita a pensar en una situación de control sobre un mercado legal que ya existe”.

En este punto me interesa la opinión general de la población uruguaya y volvemos al tema moral. “La sociedad civil organizada está claramente a favor, pero la opinión pública general aun desconfía. Es parte del legado del prohibicionismo y hay que trabajar en ello. Es una lucha por salir de esa lucha moral que en realidad existe y que, en mi opinión es el verdadero trasfondo del problema e intentar construir puentes hacia actores reacios a estos temas”.

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Fotografía de RebelArte http://www.rebelarte.info

Consumo Responsable

Clara me explica su opinión acerca de cómo algunos colectivos, en vez de huir de los símbolos que los estigmatizan, los hacen suyos en parades y demás manifestaciones públicas. Se juega con los estereotipos (porros gigantes, hojas de marihuana…) de niveles desproporcionados para cohesionar al grupo, pero al mismo tiempo se crea una barrera de comunicación con otros grupos de ciudadanos que se ven lejanos al mundo de las drogas. En el marco pre-legalización destacó la labor de educación y sensibilización del Gobierno de Uruguay mediante campañas informativas. También aparecieron iniciativas independientes como la campaña Uruguay por la Regulación Responsable de la Marihuana. “Fue uno de los intentos para deconstruir esta imagen y crear una nueva. Parte de la deconstrucción pasaba por generar nuevos actores que participan en el debate, que no traigan esa historia de estigma, intentar mostrar que una persona que apoya la regulación no necesariamente tiene que ser usuaria de cannabis. El objetivo, tanto con las drogas como con la diversidad sexual, era mostrar que el estigma genera más violencia, problema que tenemos hoy en América Latina. La vía pasa por coexistir y por no reprimir. Y se podría explicar que no hay muchas diferencias entre un buen ciudadano que toma alcohol y una persona que usa cannabis”.

Fotografía de RebelArte www.rebelarte.info
Fotografía de RebelArte http://www.rebelarte.info

El problema del prohibicionismo que ignora las especificidades culturales de cada lugar

Le pregunto su opinión sobre la contradicción de los tratados internacionales. “Es un instrumento político para regular los mercados de drogas o controlar y reprimir. Pero la realidad es mucho más diversa. Europa ha sido vanguardia en innovaciones, los coffeeshops son el ejemplo máximo. Son un ejemplo de la reducción de riesgos y daños, como la regulación en Uruguay. Son cosas que van en contra de los tratados y existen desde hace tiempo”.

Y algo clave para diferenciar la situación en política de drogas entre Europa y América. “En Europa se volvió un problema político cuando existió la epidemia de la heroína. Pero nunca ha sido el problema de la oferta, de la violencia asociada a este comercio. En América Latina el problema es el tráfico ilegal de las drogas y la violencia vinculada al narcotráfico. Entonces es difícil solucionar sin ponernos a discutir cómo las regulamos. Y esa fue la gran motivación de Mujica, pensando no solo en Uruguay, sino también en el resto de países de América Latina. Y ese es el problema del prohibicionismo, pensar que todas las drogas tienen que ser tratadas por igual y que todos los tratados sirven para los mismos países, ignorando las especificidades culturales de cada lugar”.

La influencia de la religión en materia de drogas

La situación global en política de drogas está cambiando inminentemente. ¿Pero cuáles son los países que están dando los pasos más grandes? “América Latina está mostrando la voluntad de avanzar en este debate. Van a ser países donde la influencia de la religión no sea tan mayoritaria porque la legalización de la marihuana va en contra de creencias religiosas y esa es una variable que también juega”.

Religión y moral constituyen la base de nuestra conversación sobre drogas. Lo veo todo más claro después de conversar con Clara Musto. “Me interesa este tema porque yo lo entiendo como una confrontación entre una forma moral de entender cómo debe vivir la gente y como una herramienta de lucha contra un Uruguay conservador que se manifiesta no solamente en el cannabis, sino en el aborto, la desigualdad de género, la diversidad sexual, el medioambiente y siempre implica que un grupo hizo las leyes cuando tuvo el poder e impuso la forma de entender la vida y las relaciones entre personas y es discriminadora con los otros. Me transformé en activista por este lado, no solo por el cannabis”.

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Fotografía de RebelArte http://www.rebelarte.info

El rol de las emociones y la religión

Clara Musto está haciendo un doctorado que aborda el proceso de la regulación en el mercado uruguayo y su articulación en el mercado internacional. Su experiencia sobre el tema es mucha. En este momento intenta analizar cómo y por qué llegaron a la regulación en Uruguay y de esta manera analizar las diferentes etapas, argumentos, estrategias y actores del proceso. “Mi idea es discutir, no solo mostrar, en este marco de la reforma moral qué tienen en común todos estos hechos con la religión. En general la gente tiende a desarrollar una historia simple, sesgada y mi motivación va por ahí, mostrar lo caótico del proceso político, lo irracional y el rol de las emociones”. Quizá por eso escribió un ensayo sobre marihuana y esquizofrenia. ¿Sobre la enfermedad?, pregunto. “No, es un juego sobre la esquizofrenia que tenemos cuando hablamos de marihuana. Esto solo se puede combatir con educación, desterrando estigmas y tabúes”.

Por ahora es muy pronto para que hablemos de aspectos positivos tras la regulación del cannabis en Uruguay. Ni siquiera está habilitado el registro a clubes de cultivo o para la compra en farmacias, aunque sí el registro para cultivadores. “Decir algo ahora es también injusto para una política que no intenta cambiar las cosas de la noche a la mañana”.

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Clara Musto

“Estamos a favor de la libertad de decisión y elección de cada individuo”

Dario CastañeEntrevista a Darío Castañé, primer candidato de la Confederación Pirata en España a las elecciones europeas

Aunque su nombre te suene curioso para una formación política, se trata de un movimiento internacional con presencia en más de 60 países y representación en varias cámaras parlamentarias.

Creen que los partidos deben de ser herramientas útiles para el pueblo y que en el futuro la ciudadanía será la que tome las decisiones, devolviendo a los cargos electos el sitio que les corresponde: ser servidores de la voluntad popular.

 

La Confederación Pirata está formada por varios partidos regionales de todo el Estado: Pirates de Catalunya, Piratas de Galicia, Piratas de Madrid, Piratas de Extremadura, Piratas de La Rioja, Piratas de Andalucía, Piratas de Aragón y Piratas de la Comunidad Valenciana. Hablamos con David Castañé, primer candidato de la Confederación Pirata en estas últimas elecciones europeas.

 

Laura Rueda. ¿Qué es la Confederación Pirata y qué aportaría de nuevo a la política española?

Darío Castañé. Formamos parte de un movimiento político internacional que está cambiando la manera de concebir la política. Tenemos presencia en más de 60 países y representación en varias cámaras parlamentarias, desde tres diputados nacionales en Islandia y dos eurodiputados por Suecia hasta dos concejales en Cataluña, pasando por senadores, alcaldes y más concejales en todo el mundo.

Ofrecemos una nueva política basada en la horizontalidad y la transparencia, en la que defendemos que la ciudadanía pueda decidir sobre todo aquello que le afecta mediante una democracia más participativa, sin poner nunca en jaque los derechos humanos. Entre nuestras reivindicaciones, también está el acceso a la cultura, el conocimiento y la información, y la defensa de la privacidad y la libertad.

Entre vuestros principios está actuar siempre a favor de la Declaración Universal de Derechos Humanos. El artículo 3 dice que “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”. Esto actualmente no se cumple con los y las consumidoras de cannabis, ¿contemplarían modificar esta situación?

 

D.C. Por supuesto. Creemos que la libertad de acción o de expresión de los individuos se debe respetar, siempre y cuando no ponga en peligro la libertad de terceros.

 

L.R. La Comisión Global de Políticas contra la droga recomienda acabar con la «criminalización», «marginalización» y «estigmatización» de los consumidores que no causan daños a terceros e impulsan a los gobiernos a experimentar con modelos de regulación, sobre todo en el caso de la marihuana. El caso más cercano, en este sentido, es Países Bajos, con una de las políticas más permisivas de Europa en legalización de drogas blandas, ¿cree que es un buen ejemplo a seguir para comenzar?

D.C. Cualquier ejemplo que no criminalice a las personas por consumir nos parece un buen ejemplo. En cualquier caso, debe ser la ciudadanía la que decida qué modelo de regulación. Nuestra función y objetivo es propiciar el debate público con los datos que apoyen diferentes propuestas, para que todos decidamos. Obviamente, las propuestas deben contemplar las necesidades de reformas legales, sanitarias y sociales que se deriven de las mismas.

 

L.R. Este debate genera mucha controversia social. ¿Cree que si se hiciera una consulta popular, dando a la ciudadanía toda la información pertinente sobre el tema, saldría adelante la legalización de dicha sustancia?

D.C. No es algo fácil de adivinar, pero parece que hay una amplia probabilidad de que resulte afirmativa. El problema principal es el déficit democrático de España y la Unión Europea, donde los mecanismos de participación no son vinculantes.

Los roles de la vida política están invertidos. Nosotros pagamos, las instituciones nos mandan; cuando debería ser al revés

L.R. La paradójicamente llamada Ley de la Seguridad Ciudadana va en contra de muchos de los puntos que plantea su programa como básicos, como las políticas que se están llevando a cabo últimamente. En cuanto a las libertades más fundamentales, como la libertad individual de poder cultivar en casa o regular un consumo del cannabis, ¿qué plantea su partido?

D.C. No la llamemos Ley de Seguridad Ciudadana, llamémosla por su nombre: Ley Mordaza. Esa mordaza abarca todos los aspectos de nuestras vidas, por lo que nos oponemos frontalmente a la misma, tal y como estamos en contra de cualquier criminalización que se haga contra las personas.

L.R. La legalización para uso terapéutico tiene otra aceptación social, ¿Considera que la legislación debe ser distinta para el uso medicinal del cannabis y el uso lúdico?

D.C. Probablemente deba ser distinta, ya que el uso medicinal implica que tiene un impacto en la salud pública, pero insistimos que para que eso sea así debe salir de las propuestas que se planteen como opciones de referéndum.

L.R. Como partido que no está representado aun en ninguna cámara, ¿cómo ven la política actual y qué están dispuestos a hacer para que la ciudadanía vuelva a confiar en ella?

D.C. La política actual ha degenerado y ha perdido el sentido que una vez tuvo. Nosotros somos un caballo de Troya, para el sistema, que busca devolverle el sentido a la palabra democracia: que el pueblo gobierne. Simplemente actuaremos como ‘puente’, trasladando las votaciones a la asamblea.

Es decir, que un representante pirata nunca votará por sí mismo, sino que obedecerá lo que los ciudadanos decidan por votación, siempre que dicho resultado no entre en conflicto con nuestro ideario o con los derechos humanos.

Pero esto no implica que el cargo electo no trabaje. Su función no se limita al voto, sino a recoger y facilitar el acceso a la actividad parlamentaria y sus entresijos, a hacer presión a favor de la ciudadanía. Su papel va más allá del escaño.

Por cierto, actualmente el movimiento pirata tiene 2 eurodiputados gracias al Partido Pirata sueco.

L.R Es una realidad que existe un gran número de consumidores de cannabis en nuestro país y que no quieren acudir al mercado negro a conseguirlo, sino tener una regulación mediante el auto-cultivo o venta directa. ¿Por qué estas sustancias siguen lastrando una etiqueta tabú mientras el alcohol o el tabaco están socialmente aceptadas cuando científicamente se ha demostrado que estos dos pueden causar muertes y la marihuana no?

D.C. No sabemos responder a dicha pregunta, ya que debería ser asunto de sociólogos. Sin embargo, la responsabilidad de cada uno debería ser suficiente para ser consciente de los actos y de los límites de su propia libertad para elegir consumir o no.

L.R La Confederación Pirata defiende una cultura y educación libres y también incluye conceptos como el bien común, con herramientas como herramientas como el software libre. Todas estos elementos serían claves para conseguir una sociedad más crítica, libre y madura, ¿cuánto cree que le queda a España por trabajar para conseguirla?

D.C. Tanto como la ciudadanía quiera esperar. Nosotros no sólo hemos defendido estos valores desde nuestro orígenes, sino que además los ponemos en práctica día a día.

El problema de hoy deriva del desinterés y de la manipulación mediática, manifestada en el silenciamiento de opciones alternativas mediante las cuotas de la ley electoral, que dan más espacio a los partidos más grandes.

L.R. Para terminar, ¿cuál es la postura de la Confederación Pirata en la legalización de la marihuana?

D.C. Nosotros estamos a favor de la libertad de decisión y elección de cada individuo.

Hablando en concreto de la marihuana, si bien es cierto que algunos partidos pirata europeos tienen siempre la legalización de la marihuana como punto en sus programa, desde la Confederación Pirata no tenemos una postura consensuada. Sin embargo, Pirates de Catalunya, uno de los integrantes de la Confederación Pirata, ya ha venido incluyendo este asunto en su programa electoral un par de veces, en forma de referéndum.

Así, estamos a favor de cualquier consulta/referéndum vinculante que se haga sobre éste y cualquier otro tema que no vaya en contra de los derechos humanos. Como decía un cartel del Partido Pirata alemán: «los piratas tenemos las preguntas, vosotros las respuestas».

En el caso de estas elecciones europeas, aunque hubo una enmienda al programa sobre el tema, no se consideró incluir la legalización de sustancias/drogas en el programa porque no es competencia de la Unión Europea.

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Más participación

La idea de política está cambiando a pasos agigantados. Los nuevos partidos vienen proclamando una idea compartida cada vez más por todos los ámbitos de la sociedad, dejar la democracia representativa de lado para abrazar a la democracia más participativa o, lo que es lo mismo, que la ciudadanía decida. Pero para conseguir esto tenemos que cambiar nuestra forma de actuar e implicarnos más en las decisiones de la vida cotidiana. Cuando le preguntamos a Darío Castañé si incluirán la legalización de la marihuana en el programa de las próximas elecciones generales generales nos contesta esto: “Viendo el interés que surgió durante estas elecciones, seguro que será propuesta su inclusión en el programa de las generales. Deberá ser aprobada por asamblea, por lo que animamos a quien quiera influir en esta decisión a que se una y nos ayude a hacer posible una nueva candidatura pirata que pueda llevarla al Congreso”. ¿Os animáis?

 Esta entrevista fue publicada en la versión en papel de la Revista Yerba (http://www.revistayerba.com)