¿Por qué los hipsters no quieren ser hipsters?

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Típica foto desde el avión

Sin duda, de todo el trayecto que comenzaba un viernes a las 16.30 de la tarde y acababa un sábado a las 12.45 del medio día, lo más temido eran las cinco horas de autobús desde mi ciudad adoptiva, hasta el pueblo que me dio origen como criatura Rueda y Curra. Hasta hace muy poco había mejores conexiones de autobuses entre una ciudad y otra. Y ahora, si eres de las valientes que se decide por esta opción, además de curtirte como persona y hacer un máster acelerado en situaciones surrealistas del sur de España, que ni como oriunda te esperas, te chupas cinco horazas en el asiento de un autobús Alsa, que además de dejarte un estupendo culo-carpeta, hace que una se encuentre consigo misma. Y a veces, podemos llegar a sorprendernos de que, pese a vivir la vida entera con una misma o con uno mismo, el poco tiempo que le dedicamos a auto-cogernos de la mano y evadirnos del mundo un ratito para pensar o para balbucear cantos de mono, si se quiere, pero al fin y al cabo, para cuidarnos un poco por dentro, es ínfimo.

Y después de esta introducción, que espero que no haya sido muy soporífera, pero que muchos sabéis que atiende a mi manera de expresarme hablando, (“¡¡¡Cállate, Laura!!!”. Esto es un guiño, que todo hay que decirlo), comienzo un tema del que hace tiempo tenía ganas de hablar.

7.15 de la mañana. Mi autobús sale a las 8.00 y me acosté a las 5.30. ¿Cómo es posible que no haya sonado el despertador si ayer casi no me voy a dormir para, precisamente, no dormirme? Sabía que esto iba a pasar, no sé por qué siempre pienso que he cambiado y estoy prosperando en esto de madurar. Llegar a mi pueblo es una verdadera odisea y mi familia en pleno me está esperando para achuchones varios y recetas culinarias de nuestra familia, muy Curras. ¡Para ver a mi familia merecen la pena las 5 horas y lo que haga falta! De nuestro clan siciliano-viatoreño ya hablaré en otro post, ¡muy necesario!

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Banquete de bienvenida de mi familia ❤

Volviendo al autobús, me paso el viaje cambiando de la postura alcayata a la postura budista. Y justo cuando consigo que el dichoso Morfeo llegue al punto exacto de sueño en la decrépita carretera secundaria que mi Alsina atraviesa, justo en ese momento, el autobusero dice que paramos en un pueblo tres cuartos de hora. ¿45 minutos, nene? Esta procesión de paradas cada kilómetro y medio llega a su punto álgido con la oportunidad de descubrir el pueblo en una hora menos un cuarto.

Después de inyectarme un café en la barra de la cafetería de la estación y volver a recuperar la capacidad para pensar, miro el reloj y veo que solo han pasado 10 minutos. Y llego por fin a lo que iba, que es a encontrarme con el kiosco que tiene la Rockdelux, (y no la Rockzone, ¡lo siento, rubio!), y me la compro. Siento la chapa, pero ir en un bus te estimula la neurona de tocar las teclas más de la cuenta.

rockdelux abril

Hace ya un tiempo que me lleva poniendo de los nervios la tendencia actual de las publicaciones musicales de «posturear» en la máxima expresión de la acepción del verbo más de moda. Que yo entiendo que a todos nos gusta el petardeo y que el «postureo» se ha convertido en un reclamo estupendo para vender o al menos para hacer que se lean los artículos. Pero algunos de ellos ya aburren, no aportan nada. La verborrea en ocasiones se convierte en una sucesión de insultos a colectivos varios. Tanto es así, que los redactores insultan a sus lectores y se quedan tan panchos. Porque insultar a feministas, veganas, activistas, tatuadas, modernas, hippies y hipsters que resultan ser anti-hipsters, ¿o era al revés?, es meterse con el grueso de los lectores y lectoras. Desde mi punto de vista. Y aun más, ¿por qué se lleva tanto meterse con la tribu hipster si al final los que lo hacen son una calcamonia del hipsterismo por excelencia? O, para ir al grano, ¿por qué los hipsters no quieren ser hipsters? Esto es algo que puede dar para mucha literatura también.

En fin, que me he puesto a «verborrear» y voy a tener que acabar el post sin profundizar en lo que yo quería. Así que he cambiado el título del principio y lo voy a usar en el el otro post que hablará del momento en el que el arte se posiciona política y socialmente. O al menos reivindica algo. En la Rockdelux de la que os hablo aparecían artículos-entrevistas-reportajes sobre The Knife, Pony Bravo, The Durruti column, Meshell Ndegeocello, Fermín Muguruza o Tachenko, por poner solo algunos ejemplos. Todos estos grupos se posicionaban de alguna manera, en esto de la reivindicación. Hoy he participado en un  hangout con Manel, un grupo que me gusta mucho, que ha organizado la publicación Playgroundmag y les he hecho esa pregunta. Siempre dejan claro más o menos lo que me han respondido. Que se puede hacer, pero que no es obligatorio. Posicionarse, claro. Y no digo yo que lo sea, pero ¿por qué algunos grupos se ponen a la defensiva cuando se les pregunta por este tema? Expresar es muy amplio, no hay que hacer canción protesta para mojarse con algo. Y aprovechando esta frase, recomiendo una publicación musical que merece mucho la pena y tiene todo el sentido del mundo, Musicotrópico.

Segunda y tercera parte le queda a este tema, pero… resumiendo. ¿Postureo y hipsterismo? Claro que sí, todo en su justa medida está muy bien. A todos nos gusta ir a la última o hablar de cosas que están en el candelero en ese momento. ¿Ir hecho una calcamonia y que no nos falte ni un detalle en complementos o grupos en el iPod? Pues mira, en eso no estoy de acuerdo. El plastiquete en exceso sabe a eso, a superficial. Un poco de personalidad se agradece. En todos los aspectos de la vida. Y tercero, para despedirme. ¿El arte actual y más aun, la música hipster, tienen que estar desvinculados de un mensaje para molar más? Pues este tema me interesa y me gustaría desgranarlo poco a poco. Y ya os contaré más cosas con las que relaciono este tema. Pero ahora, voy a terminar este post de manera un poco brusca y sin decir nada para irme a la cama… a posturear también, ¡a mi manera!

meme hipster

La generación perdida ya es mainstream

No me digáis que no. A estas alturas de la película, cada uno tiene ya su propia versión de la generación perdida. La peste postmoderna que azota a nuestro país en crisis ya se ha convertido en todo un hype. La generación perdida ya es mainstream.

generación perdida

No es la primera vez que se frivoliza sobre un tema serio. Unos retoques de maquillaje, una pincelada de decadencia… o de humor, depende de la dirección y del guión y, ¡hala! listo para publicidad. Te ha quedado ideal, comprometido, pero de lo más «must have». Y es que aquí todo se aprovecha. Si pasó hasta en los más destacados movimientos sociales, mayo francés, hippies, rastafaris, ecologistas y okupas… Cómo no iba a pasar con nuestra generación perdida. La más preparada, ya saben. La que hemos pagado todos con las arcas públicas, pero que ahora dice adiós, good bye, arrivederci, adieu… ¡que se las piran, vamos!

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Y ya es hasta TT, Trending Topic, que aquí ya todo se escribe con siglas, en la red social más de moda, Twitter. ¡Será por su espíritu aventurero! No lo duden, la secretaria de inmigración, Marina del Corral, hace sus primeras apuestas. La generación perdida como primera secuela, cual Indiana Jones, del que será sin duda el gran éxito de taquilla de los próximos años. Aventuras, emoción, amor, idiomas, mano de obra barata, sanidad limitada de jóvenes que ya tienen el título de personas sin recursos (a esto súmale las dos licenciaturas, el máster y los idiomas, ojo). Lo has clavado, muchacha, que lo haces adrede y no te sale más surrealista. 

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La generación perdida tiene camerino de lujo propio y es ya protagonista principal de anuncios de grandes empresas, que facturan más ceros de los que nunca te imaginarás en publicidad. En este caso dejemos la decadencia sexy y la aventura por el humor, ¡vuelven los payasos! Y la actuación de nuestra actriz es excepcional, ojo, que ha emocionado a grandes y a pequeños a partes iguales, incluidos los que se han ido «de aventura» por el mundo a buscar un currito de camareros o friega platos y pasan la Navidad fuera de su casa. Esos que no pueden volver a casa a comer turrón. El guión del anuncio de Campofrío es intachable, vaya. Sus creativos lo han clavado. Pero no nos quedemos en las emociones fáciles e indaguemos un poco más. Pinchen, pinchen en este artículo del hyperlink. 

generación encontrada

¡Vamos! Que os pensabais que la generación perdida solo hace asambleas en las plazas y grita «no hay pan para tanto chorizo». No sabéis que la generación perdida ya no entiende de colores políticos, de carisma social ni de cabeceras de periódicos. Que los que ven Intereconomía y leen La Gaceta también tienen su derecho a meterse en esta etiqueta. Al igual que ocurrió en su día con esos que nunca habían salido a la calle a reivindicar nada, pero que vieron de lo más fenomenal hacerlo para defender a la «straight family», la recta, la genuina y auténtica, conformada por papá y mamá, no te olvides, que también tienen ellos derecho a hacer manifestaciones y poner canciones de cantautores entre proclama y proclama. Pues eso, hoy se pone de moda el reivindicar tu propia generación perdida.

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Y así me lo decía mi amiga Esther justo antes de pensar en escribir sobre este tema. «Ayer me tocó al lado en una terraza una pija diciendo: es que nosotros tenemos edad de crear empresas y con la crisis somos la generación perdida». Pues eso, reivindica tu propia generación perdida, ya sea para crear empresas como la niña de la que hablaba Esther o para irte fuera a vivir tu propia aventura. O para protagonizar con tu currículum impecable el mejor anuncio de la Navidad. Pero no te olvides de que además de TT, portadas de periódicos, hashtags, editoriales de moda, reportajes en suplementos de cultura, entrevistas en españoles por el mundo o crónicas de callejeros en España, seas más joven o más viejo, estás jodido o jodida.

Pues eso, que ya va siendo hora de que hagamos algo, aunque sea pequeñito, porque como esperemos a que nos solucionen la papeleta, os aseguro que nuestra generación perdida va a pasar de diva de portadas con éxito a juguete roto con problemas de drogas, ansiedad, depresión y trastorno de personalidad.

Yo me quedo, como siempre, con los que empiezan por pequeños pasos en su entorno, pero piensan en global, a largo plazo. Con los que proponen soluciones, con los que tienen espíritu crítico. Con los que no sacrifican ni una pizca de su dignidad por tomar la vía fácil. Con los que siguen tomando decisiones,  con los que se mojan y se mueven, con los que no se callan. Con los que no eligen las respuestas más halagüeñas por quedar bien.

Y es que de todo se puede sacar una moda mamarracha, si va a tener razón Mario Vaquerizo…

Rojo oscuro casi negro, la tendencia del otoño

Ni ciruela, ni mora, ni chocolate, ni vino, ni borgoña, ni cereza… Es más complejo que todo eso, más abstracto, más existencial y delicado, con más matices… O tal vez sea todo eso a la vez. Y, lo más importante, más difícil de encontrar a un precio módico para personas que se interesan por la moda y las tendencias, pero que tienen graves problemas económicos como yo. Cuando hayáis leído esta frase muchos y muchas pensaréis, Laura, ¿qué haces escribiendo sobre estos temas? Pues mira, sí, hay muchas cosas que me gustan y me interesan, y algunas son bastante frívolas como esta.

Creo que es mi primer post de tendencias, no olvidemos que este blog se llama «La sociedad Rueda» y como subtítulo, «las cosas que más me gustan del mundo mundial». Así que, batiburrillo de asuntos. El caso. Yo veía esos morros oscuros, rozando lo gótico, pero ahondando en lo más hipster del mundo mundial y me decía, ¿esto será un caso aislado o habrá comenzado otra tendencia?

Empecé a buscar mi barra económica hace dos meses, pero he visto publicaciones en portales desde hace unos cinco meses. Se supone que eso se tenía que notar en el mercado, ¿no? Sale una tendencia, las marcas más caras, alta costura, alta cosmética, sacan su propio modelo y unos meses más tarde llega el mainstream, Inditex, Kiko, Bourjois y lo ofrece a un precio más asequible. ¿O no iba así esto? Pues ni rastro de ella, oiga.

Tampoco es que yo me haya matado a buscar, tengo cosas más importantes que hacer como descubrir que ya que nadie me contrata tengo que salir de mi país a hacer otra cosa que no tenga que ver con el periodismo ni la comunicación. Yo creo que por esto nunca escribo de tendencias, porque no puedo evitar tocar otros temas. Pero hace unos minutos acabo de colgar con Radio Vallekas y de hacer crónica de la situación actual reflejada en las redes sociales y necesitaba un chute de frivolidad.

Tiene su rollo old school incluso el color y depende de la marca varía desde el púrpura oscuro hasta el tono más rojo intenso o marrón. Me probé mil colores e hice los cuadros abstractos sobre mi mano probando tonalidades. Pero todo lo que encontraba ascendía a cifras como 33€, 26€… ¡mira esta tiene descuento, 21€! Ni de coña, nenas, cuando digo precaria digo precaria. No daba yo con la tecla en las marcas más barateras o cuando yo lo buscaba no había.

Así que cuando esta mañana cuando estaba en Mercadona después de ver que mi nevera estaba en las últimas y han anunciado desde megafonía, «Atención señores clienteeees, en la sección de droguería y perfumería tenemos artículos rebajados a 1 y 2 euros. No pierdan esta oportunidad. Diademas, horquillas, tratamientos para el cabello… No pierdan esta oportunidaaaaad». Todo esto abriendo mucho las vocales y con un montón de buen rollo, yo creo que se lo pasan pipa cuando tienen que anunciar alguna oferta. Así que allá que he ido y he encontrado lo que llevo meses buscando. Mi rojo oscuro casi negro perfecto que se acerca al tono bonito que estaba buscando y que solo vale 2,50€.

¿Quién dijo que no se puede ser «moenna» sin perjudicar al bolsillo? ¡¡Vamos al Mercadona, nenas, que si valen eso seguro que es porque quedan pocas!! Así ha quedado el resultado. ¡Ni Yves Saint Laurent ni Chanel, Deliplus, oiga!