Solo me inspira la música de Olafur Arnalds para escribir

Tengo un problema, solo me inspira la música de Olafur Arnalds para escribir. Espío muros de Facebook en busca de algún descubrimiento que me haga tener más variedad, pero la gente últimamente solo comparte fotos de cotillones de Noche Vieja y de resacas difíciles de superar en tres días. Y antes de eso, imágenes de platos perfectos cocinados para Nochebuena y de grandes grupos familiares sonrientes. Y antes de eso todo tiene que ver con la purpurina, el alcohol y la grasa, excesos a los que uno siempre se entrega por estas fechas.

olafur_arnalds

Pruebo a pasar página y dejar a un lado a Olafur por un tiempo. Quiero escuchar a otros músicos, emergentes o no, pero recién descubiertos por mí. Lo intento con Spotify. La madrugada de Fin de Año una amiga opinaba que no hay grandes movimientos musicales que hayan marcado a una generación desde el Grunge, más bien desde Nirvana. Luego opinó que quizá el Britpop también pudiera valer. La misma amiga me confesó que ya no invertía horas buscando nuevos grupos entre blogs especializados. Yo le recomendé Spotify y sus aplicaciones. Pero ella me dijo que los algoritmos no funcionan igual para descubrir nuevos sonidos porque no tienen tanta alma como los blogs especializados. Zombie de sueño, quise rebatirle que a veces puedes tener suerte, pero no es así, no he tenido suerte.

nirvana

No quiero dejar a Olafur para volver a viejos conocidos como Ludovico, Richter, Glass, Sakamoto o Brion. Por no hablar de Tiersen, Morriconi o Mancini. Tampoco me concentro si escucho a nuevos descubrimientos que me han emocionado recientemente, como Benjamin Clementine, porque su fuerza es tan magnética que, en vez de buscar BSO para mis horas de escritura, comienzo a pensar en historias maravillosas en la que yo soy la protagonista. En las historias soy una yo más vital, brillante e interesante. No, definitivamente Benjamin Clementine no sirve, tampoco Júníus Meyvant, Chet Faker, Alela Diane, Ibeyi o Soley. Pero quizá puedan servir Beach House, Tame Impala, Deerhunter, Toundra, Kamasi Washington o Daughter.

ibeyi

Me he dado cuenta de que a veces, en las conversaciones donde hay un poco de alcohol de más, me olvido de los nombres de las bandas que conforman mi BSO, y no quiero que se escapen. No quiero que se vayan a ningún lado, quiero que se queden aquí, conmigo, mientras nos sorprendemos juntas al escuchar nuevos descubrimientos para escribir, para soñar, para pasarse con el alcohol o simplemente para estar aquí.

No existe bien o mal. Solo existe tu voz

A los 23 años pensé que había completado todo el ciclo obligatorio de inseguridades que te exige el protocolo de la adolescencia y de la juventud para pasar estas etapas incómodas llenas de pavo, y de pavor, de granos y de preguntas existenciales. A los 23 años me sentí la mujer más segura del universo. ¡Me sentí tan segura que hasta me dio miedo! ¿Cómo se iban a haber acabado todas mis incertidumbres? ¿Ahora empezaba el momento de súper mujer que lo iba a tener todo claro? Me quedé paralizada incrédula, me admiré, me asombré y me dije a mí misma, no te pares y «tira pa’lante». Pensé, luego analizaré cómo he llegado hasta aquí, pero tienes la fórmula del triunfo y de la felicidad, ¡te vas a hacer de oro! Los que me conocen se estarán riendo mucho, pues no hay nada que caracterice más a Laura Rueda que su impaciencia y su dispersión. Creo que esta etapa duró unos meses, hasta que me enfrenté a un reto que me dio más quebraderos de cabeza o a un proyecto que me quitó el sueño y me hizo replantearme de nuevo todo lo que pensaba que ya había aprendido.

Hoja en blanco

Llevo semanas asustada con el síndrome de la hoja en blanco. Empiezo entradas-posts que no me convencen del todo y las acabo guardando en borradores que el polvo del hiper espacio esconderá, digo yo. Esa «inconcretez» que caracteriza a estos momentos es la responsable de que, aunque mi madre me insista hasta la saciedad, aun no haya terminado ningún libro. Lo de empezar me cuesta menos, mira tú por donde… Por eso, cuando luego veo esas escenas de película que caricaturizan estas situaciones, me veo calcadita. Admitámoslo, odiamos fallar, odiamos tropezar y equivocarnos y cuando lo hacemos lo escondemos como si se tratara de polvo debajo de una maleta. Soy consciente de que con esta frase 1) he dicho dos veces la palabra polvo en un post y 2) doy sensación de hacer eso cuando limpio y de ser una guarra… ¡que era una metáfora! El caso, y volviendo a eso de fallar en el día a día, es que, cuando nos vemos identificados en situaciones tan humanas empatizamos y nos reímos. E incluso somos menos severos con nosotros mismos. Este es uno de mis ejemplos favoritos de la ficción. Es la parte de la película «Cuando menos te lo esperas» en la que el personaje interpretado por Diane Keaton, dramaturga de profesión, está pasando por uno de los peores momentos de su vida debido al amor, pero que, precisamente por eso, le suscita más ideas a la hora de escribir y, no puede parar de crear… ¡ni de llorar! ¡No me canso de ver esta escena y siempre me río muchísimo!

Y es que, no nos gusta que nos cuenten milongas. Lo odiamos. Hace unos años un amigo, ensimismado escuchando una historia que le contaba, casi aplaudía al final. ¿Pero qué te pasa?, le pregunté. Estoy contándote una anécdota de mi vida, no es para que te pongas así. Precisamente por eso me pongo así. Porque me ha atrapado, me ha emocionado y me ha convencido. Se nota que es una historia tuya, que es de verdad. Y así es, amigos creadores. Nos tiramos la vida buscando la historia perfecta con escena cómica, éxito y beso incluido, pero no nos damos cuenta de que las mejores historias están a nuestro alrededor.

Quizá tenga que perseverar más en ellas, pero soy consciente de que las claves de la felicidad están pululando a mi alrededor. Las claves del éxito no me interesan, lo siento mamá. Pero escribiré ese libro, ¡no te preocupes! Por eso hoy, cuando he visto el vídeo que a continuación os pongo, he visto claro que tenía que escribir un post para compartir con vosotros todo esto de la creación y de los quebraderos de cabeza que me da. Que, al igual que el post de Mi vida siempre tuvo banda sonora, dará para más de una, de dos y de tres publicaciones. Porque la música y los dilemas a la hora de escribir, para bien o para mal, siempre estarán en mi vida. La música siempre para bien, ¡eh! Santificada seas, que me salvas de tantos malos momentos.

Nirvana 2

Y de todo esto va este vídeo que os paso. De música, de creación, de historias en primera persona que te crees y te entusiasman… y de casualidades también. Porque me he topado con él sin buscarlo y ayer mismo vi un documental con el (mi) Rubio sobre la mítica sala de grabación Sound City, que el protagonista de este vídeo, Dave Grohl, dirige.

Os dejo con un speech que el líder de Foo Fighters dio para inaugurar el mítico festival SXSW y que, aunque es un poco largo, os recomiendo. Se trata de una historia de música, pero que se puede aplicar a otros terrenos, que habla de buscar la voz de cada uno y cuando la hayamos encontrado, hacerle caso y seguirla y mimarla. No existe bien o mal. Solo existe tu voz. Así que cuando te topes con ella, no lo dudes, ¡porque es tuya, porque es tu verdad!

<p><a href=»http://vimeo.com/62212999″>Dave Grohl – Keynote speech at SXSW – Subtitulado Español [14/03/2013]</a> from <a href=»http://vimeo.com/foofightersargentina»>Foo Fighters Argentina</a> on <a href=»http://vimeo.com»>Vimeo</a>.</p>