El año más intenso de mi vida

Supongo que al final tenía que pasar esto. Llevo semanas planeando historias tan grandes que un rascacielos a su lado se hubiese quedado diminuto. Y no te hablo de rascacielos españoles, te hablo de los americanos. De esos que raspan de verdad las nubes. Tú lo sabes, los has mirado cara a cara en primera persona. Esto va de una historia que empieza en Málaga, pero tiene redes con Madrid, EE.UU, Granada, Marbella, Viator y acaba en Liliput… Esta es una historia de conexiones. Pero antes de llegar a todos estos lugares, creo que deberíamos echar un vistazo a la plaza…

400640_10151850973507802_22072211_n

Y antes, a tu facultad… y un pelín antes incluso a la plaza del Carbón… Todos esos días eran días de trabajo y de no mirar para afuera, sino para adentro. Así que… No te vi ni te intuí.

el kanka

La primera conversación fue con disfraces. Solo que supongo que no cuenta, ya que no éramos nosotros mismos, sino personajes…  ¿Quién se iba a creer que entre Wonder Woman y un conejito Duracel habría química? Ciertamente, si se da la creencia en este mundo de que los súper héroes no existen, las combinaciones imposibles menos. Así que, como muestra la foto, tú acabaste perreando con tu conejita Duracel, como era de esperar. Y yo saliendo del plano a lo superheroína con capa. ¡Ay la vida, cuántas similitudes tiene con el cine a veces!

foto canela juntos

No importa. Si el formato de esta historia fuese un libro, todavía quedaban muchas más páginas de encuentros y desencuentros. Y es que, si aun no ha quedado claro, más que una historia de personas al uso, esto es un cuaderno de viaje. ¡Sigamos! Además de estos momentos y fotos, hay más conexiones. Pubs en los que nos emborrachamos a la vez. Salas de concierto de ciudades extranjeras en donde bailamos cada uno en su momento. El destino estaba tentándonos demasiado. No solo con situaciones, sino con personas.

20130502_154956
Croquis cortesía de Inés, Rakesh y Paula 🙂

 Y al final la historia nunca llegaba a concluir. Momentos resbaladizos en los que las miradas no llegan nunca a encontrarse o en los que uno de los protagonistas abandona la sala antes que el otro. Al más puro estilo peliculero, el director quería hacer la trama aun más emocionante. Historias inconclusas. Dos años desde la primera casualidad. Y la vida sigue. ¿Cómo vas a pensar que te estás perdiendo algo que anda muy cerca de ti? Tendemos a pensar que lo mejor está lejos y por eso aun no lo hemos encontrado. Así somos por un lado las Rueda y por otro lado los van Gestel. Despistados, pero valientes que deciden seguir creyendo que la vida les va a deparar algo muy bueno… Solo que les está haciendo esperar porque un poquito de emoción nunca viene mal. 😉

La historia más especial siempre es la tuya. Por eso, cuando la intentas narrar y tratas de ponerle letras, imágenes o sonidos, todo es más complejo que si contaras sobre otras vidas. Quieres que sea emocionante, pero también divertida y sincera; quieres que sea honesta, pero también extravangante y distinta… Quieres que lo tenga todo. Que para eso es tu historia.

Sobre lo anterior escrito se podrían escribir ríos enormes de tinta electrónica. «En realidad lo has contado mal porque yo te miré y tú giraste la cabeza justo en el momento en el que…». «No has contado que anteriormente nos habíamos encontrado en una calle y nos miramos muy fugazmente y entonces…». «Yo en esta historia tendría más en cuenta otros matices que van desde… a…». Y sobre todo es más difícil cuando se trata de una historia que aun estamos asimilando, una historia que SIEMPRE que vamos borrachos acabamos analizando. ¿Cuándo vamos a dejar de analizarla? Espero que nunca. Como también espero que nunca deje de ser tan especial como este primer año. A este paso podríamos ser críticos especialistas en la historia «El año más intenso de mi vida», como ahora yo la he bautizado.

Hasta que la narración comienza, hay un montón de imágenes inconcretas que cuentan que ambos pululábamos cerca… pero la cámara sigue sin pillarnos en el mismo plano. Echa un vistazo.

alfombra roja ok
La foto en la que él la mira a ella y ella le lanza un beso en la distancia

Y al final los protagonistas de esta historia se encuentran. Y se ponen a bailar. Y luego a hablar. Y vuelven a bailar. Y luego él la besa a ella porque ella no se calla nunca. Solo que apunta mal, entre los nervios y el cotorreo incesante y es un beso extraño y muy poco romántico que concluye entre la nariz y la comisura del labio. Y ella lo mira y se ríe. Y él le dice que se calle de una vez y lo bese en condiciones. Y estas son solo las primeras horas de esta historia. O más bien las primeras horas en las que por fin se encuentran, ya que podríamos escribir muchas líneas sobre lo anterior descrito de desencuentros infinitos.

Solo han pasado 365 días, pero ya sumamos miles de kilómetros, cientos de canciones, millones de promesas y unos cuantos miedos también. Tenemos nombre artístico, una hija perruna y, pese a mi estatura, te hice la promesa eterna de que mataría monstruos por ti siempre que te hiciera falta. ¡Un momento, un momento! Esta historia reúne todos los elementos para convertirse en un guión de Diablo Cody. Esta puede ser la narración indie de nuestra historia de amor o yo diría aun más, de nuestra historia de vida.

282994_10151554693642802_1695730804_n

Es tarde. Me esperas para hacer la compra. Porque vamos a hacer una cena especial para celebrar este año y que llevamos unos días raros. Seguramente acabemos borrachos y hablando de estos primeros días y de la evolución del año. Nunca me gustaron las historias que se cuentan con un orden cronológico. Yo quería hacer un vídeo emotivo, un envío en la distancia de algo grande y sonoro, un fotomontaje cutre al más puro estilo corcho en la pared… Algo que tuviera un comienzo y un final. Y todo se andará… Pero, acabo de decidir, que esto va a ser orgánico, como nuestra vida ahora. Toda una aventura con partes divertidas y otras no tanto. La mejor historia de mi vida, con más intensidad y risas. Y la que más miedos me ha hecho plantearme también. La historia en la que ciegamente confié y que más clara tuve nunca. Y a la vez la que más dudas me plantea a lo largo del día. Menuda contradicción humana acabo de soltar. Es la que ha hecho que me replantee la vida de otra manera. Una historia de complicidad, amor, confianza y valores. En la que de vez en cuanto se cruzan miedos y desconfianzas y detalles superficiales que nada tienen que ver con nosotros y hacen que nos pongamos melancólicos, tontos y hasta a la defensiva. Una historia muy bonita, la más bonita que yo he vivido hasta ahora… Pero también humana, con sus cosas menos profundas. Una historia por la que aposté y que configura este mapa de aventuras viajeras en el que tú eres mi compañero de viaje.

Esto acaba de empezar, ¡Bienvenido a Liliput! ¡Los cócteles molotov le harán vivir millones de aventuras! Pero mientras tanto, un adelanto visual…

primera foto
Esta es nuestra primera foto juntos que se conozca de Elena Mora :
antefoto 3
La primera foto que hicimos juntos
la foto 7
El primer fotomontaje ñoño
la foto 15
Manitas analógico liándola parda 🙂
van rue family
Clotilde Rueda se reúne con los van Rue en Liliput!

 

foto cama
Sueño!

foto experimento
la foto (17) Y la primavera llegó por fin!

 

537187_10151805826307802_399654337_nContinuará 🙂

¿Hacer el ridículo o no hacer nada?

Aun recuerdo uno de mis primeros miedos. Era muy pequeña y al abrir un libro solo veía letras que no entendía. Mi yaya Leonor me tranquilizaba y me decía que era normal, que aun no tenía la edad, pero que pronto iría al cole y aprendería a leer e incluso me apasionaría entrar en aquellas historias que los libros guardaban para mí. ¡Cuánta razón tenía y cuántas veces me he acordado de ese momento! Cuántas veces sigo echándola de menos ahora que ya no está… Nuestras conversaciones, nuestros momentos de abuela-nieta.

Las inseguridades y la impaciencia siempre me han acompañado, creo que juntas muchas veces pueden ser un cóctel explosivo. Tú quieres hacer las cosas bien desde el principio y resulta que no, que todo tiene un aprendizaje. O tal vez, en ocasiones, no quieres hacer el ridículo y te quedas ahí apartada viendo la vida pasar. Claro que, después de unos años de batacazos me dí cuenta de que esto de vivir no iba así. Era mucho mejor tirarse a la piscina y al menos hacerlo y equivocarte a no hacer nada y no tener esa experiencia/conocimiento. Pero empezar, hacer algo, no quedarse ensimismada, boquiabierta, petrificada… ya me entiendes.

Cuando tenía 6 años mi mejor amigo se llamaba Mario y era, posiblemente, lo que podíamos llamar el macarra de clase. Yo no tenía nada que ver con esas niñas de faldas blancas y celestes, pelos lacios y estuches con todo tipo de colores perfectamente alineados. Yo era… otro tipo de niña, dejémoslo ahí. Hacer canalladas con mi amigo el malote era mucho más fácil que intentar hablar con ellas para ser de su grupo, ya sabéis. Hasta que un día me atreví a sentarme al lado de una, le pedí prestados sus maravillosos Plastidecor para colorear un dibujo y ¡glups! Olvidé que además de impaciente e insegura siempre he sido tremendamente torpe, rompí por la mitad el color rosita. ¡Tragedia! Claro, nunca pude ser de este grupo de niñas, pero empecé a tener más amigos además de Mario, a socializar a la pequeña fierecilla que estaba hecha. Descubrí, claro, que no podía ser del grupo de las niñas populares, pero que tenía otras virtudes personales.

Aun así, no nos engañemos, los miedos siguen estando ahí. Y me encanta ese momento en el que después de sudores y bloqueos y ponerte roja llega el día en el que ese miedo se ha suavizado o quizá, con mucha suerte, se ha superado. Pero claro, nada es milagroso y, como decía Picasso, que la inspiración me pille trabajando. Basta de lamentos, ponte manos a la obra y enfréntate a ese miedo que te corroe. Te lo digo a ti, pero me lo estoy diciendo a mí principalmente. Hoy al leer el blog de mi querida hada madrina, Gaby Castellanos, me encontraba con este ejemplo de coraje que me ha puesto de muy buen humor.  Y que, por supuesto, sin remedio, me ha hecho acordarme de nuestro querido Napoleon Dynamite.

Pues eso, nuevos miedos, nuevos retos, pero, ¿qué es la vida si tienes la sensación de haberlo hecho ya todo en algún momento? Espero no experimentar esa sensación hasta que tenga 99 años por lo menos. Allá voy, a lanzarme a mis nuevos retos y a intentar que ningún miedo me frene.